Presencié esta ceremonia en Savalou (Benín), en pleno territorio Yoruba. Como tantos pueblos, los yoruba no entienden de fronteras y su cultura se extiende por un amplio territorio entre el este de Benin y el oeste de Nigeria.

La ceremonia Egungún se inserta en lo más profundo de la religión Yoruba que, como muchas religiones africanas, se basa en el culto a los ancestros. Este culto se fundamenta en la creencia de que el espíritu de los seres humanos no muere jamás y los fallecidos continúan influyendo en la vida de los vivos aunque desde una esfera diferente. Nunca se deben contravenir los preceptos morales yoruba porque esto provocará la ira de los ancestros.

Esto  explica la mayor parte de los problemas de la vida. Si ocurre una desgracia se acude al sacerdote, que nos dirá cual es el ancestro que está enfadado y al que es necesario apaciguar. Lo mismo ocurre si hay una disputa, que puede ser resuelta invocando al espíritu de un fallecido.

Aunque todos los Yoruba tienen esta estrecha relación con los ancestros, son los seguidores del culto egungún los que tienen una relación más directa. Se trata de una sociedad secreta de personas que se enmascaran en determinadas ceremonias y que están lideradas por un jefe hereditario llamado Alagba. Este es el encargado de hacer de enlace entre los vivos y los muertos.

Durante la ceremonia, el antepasado tomará posesión de un bailarín enmascarado y esta  máscara actuará como intermediario entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Así, el danzante se convierte en un difunto concreto y no solo danza, sino que también lleva mensajes, advertencias y bendiciones de los espectadores.

El traje (conocido como ‘Ago’) tiene gran importancia y se compone de pedazos de tela de brillantes colores, con insertos de cuentas, amuletos y partes de animales como cuernos o pezuñas. Sin embargo, la principal función del traje es ocultar la verdadera personalidad de la máscara. 

El Egungún no debe dejar al descubierto ni un resquicio de piel y nunca debe reconocerse a la persona que está debajo del traje, para lo cual incluso cambian el tono de su voz. Si se le reconociera debería morir pues se le consideraría un impostor. Bajo la misma pena,  tampoco se debe nunca tocar al enmascarado, por lo cual este siempre va acompañado de una persona con una vara o un látigo para mantener a los espectadores alejados. Estos, además recogen los regalos que les entregan los asistentes, por lo general dinero.

Las ceremonias Egungún tienen como propósito velar por el buen comportamiento de la comunidad Yoruba según sus normas. Mediante los ademanes exagerados que realizan durante su danza, las máscaras muestran tanto los comportamiento adecuados como los no morales ocurridos desde desde su última visita. 

La diversos tipos de máscaras están relacionadas con el ancestro al que representan o al aspecto de la sociedad que quieren criticar. Esta que vemos aquí, por ejemplo, representa una prostituta.

La máscara más escalofriante y el momento de la ceremonia donde la música y la emoción de la gente llega al máximo, es cuando aparece la máscara que representa a la muerte (Ikú), cuyo traje está oscurecido por la sangre de los sacrificios que suelen empaparlo.

Al final llegó el momento del sacrificio de los animales. Esta parte siempre tiene que estar presente en las ceremonias vudú de la religión Yoruba. Al tratarse de una fiesta importante, se sacrificaron tres animales: un gallo, un cabrito y un buey. Fue una parte realmente escalofriante de la ceremonia.

Se ofreció el sacrificio a la máscara que representa la muerte


ATENCIÓN. LAS IMÁGENES QUE VIENEN A CONTINUACIÓN PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DE ALGUNAS PERSONAS


Las máscaras que han estado danzando durante la ceremonia, se han congregado en un extremo de la plaza.

La ceremonia terminó cuando el sacerdote presentó este sacrificio a los ancestros.

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