Texto: Lola García-Lomas

Entre los años 1961 y 2002 Angola sufrió dos guerras, la Guerra de Independencia de Portugal (1961-1975) y una vez conseguida la Independencia la Guerra Civil (1975-2002). Durante esos largos años algo más de 30  embarcaciones, la mayoría de grandes dimensiones como el petrolero Karl Marx o el carguero Joaquim Kapanga, fueron abandonados en la arena convirtiendo la tranquila playa de Santiago en un un cementerio de barcos.

¿Cómo terminaron en la playa  estas embarcaciones?

 Cerca de la Playa de Santiago hay un barrio de pescadores, Sarico, donde se  cuentan diferentes historias sobre cómo acabaron tantos barcos encallados en la arena:  

Unos pescadores dicen que los barcos fueron remolcados hasta Playa Santiago cuando los astilleros de Luanda, en donde fueron construidos, cayeron en bancarrota.

Según otros en el año 1975 al terminar la guerra de Independencia de Portugal muchos barcos fueron abandonados en alta mar frente a las costas de Luanda y con el paso del tiempo las corrientes marinas rompieron las amarras y arrastraron las embarcaciones hacia la arena.

Por último, también se escucha un rumor que cuenta que durante la Guerra Civil embarcaciones dedicadas al transporte de armas fueron abandonadas por sus tripulaciones frente a la costa, después de haber trasladado toda la carga a tierra.

Hoy, en el cementerio de barcos de la playa de Santiago, además de los restos oxidados de los navíos, podemos encontrar a los jóvenes del barrio de Sarico bañándose, subidos en los cascos de las embarcaciones haciendo bromas e  imaginando que son  piratas…  Uno de estos jóvenes pescadores recuerda que de niños “No teníamos donde divertirnos y veníamos aquí a jugar con las chicas y a correr».

En algunas zonas hay operarios que desguazan los navíos, pero no la misma escala que en otros cementerios de barcos del mundo.

Además, la zona está militarizada y lo se porque en nuestro paseo debimos cruzar alguna zona vedada al público y terminamos en el cuartel del ejército donde (con mucha educación, hay que reconocerlo) nos interpelaron sobre nuestra presencia allí.

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